Brazil

Brazil es una película dirigida por Terry Gilliam y que vi por primera vez hace unos 20 años, cuando mi cabeza aun pensaba que todo podía cambiarse.
Cuenta una historia que parodia a una sociedad regida por las necesidades del Ministerio de Información, un ente burrocrático y patético, que utiliza el secuestro legalizado para obtener información, llegando al punto de cobrarle a la familia del secuestrado los gastos (elevados) que genera su obtención.
El protagonista, quien termina convirtiendose en empleado de dicho Ministerio, en sus sueños se ve representado como un ser alado que lucha contra monstruos en pos de salvar a “la chica”.
Durante todo el transcurso de la película, se muestra una forma muy dura de burrocracia, donde no existe el error, ya que los papeles son palabra santa.
El final es extremadamente crudo. A mi, en su momento, me produjo un verdadero crack mental. Como será, que en la versión proyectada en USA se la cortó de forma tal que se acercara lo mas posible a un “happy end”.
Volví a ver esta película hace unos días junto a mis hijos, de 14 y 16 años. Y creo que el efecto fue similar.
Sobre todo, porque pocos días después, tuvimos nuestro propio Brazil.

El miercoles nos quedamos dormidos y salimos tarde para la escuela de la nena. Al ingresar al colegio (el Leloir, de Mar del Plata), veo que me hace señas para que entre.
La situación era sencilla. Hay una reglamentación (la cual confieso que no lei a pesar de que me insistieron que todos la tenían y que debía estar firmada por mi) que establece que a partir de las 8 de la mañana no se les permite el ingreso a los alumnos.
Los dos burrócratas (preceptor y vice-directora) que vinieron a convencerme de que es mas importante el respeto a la reglamentación que las ganas de estudiar del alumno me hicieron sentir que estaba dentro de la película.
Ya nomás después de saludar a la vice, arrancó con un “Ud. no entiende lo que….”. Empezamos bien, yo soy el que no entiende porqué es mas importante que un alumno tenga clases a que llegue temprano.
Entre “que ejemplo le da a su hija pretendiendo violar una regla” y “Ud. se imagina lo que sería esto si 1000 alumnos entran a la hora que quieren” iba percibiendo que la burrocracia es una realimentación positiva. Una vez que arranca, te eleva a una posición donde perdés de vista el orígen de ese viaje de ida.
Tanto el preceptor como la vice alguna vez iniciaron su actividad pensando en brindar servicios educativos. Hoy solo les preocupa no poder modificar el registro que dice “AUSENTE” a pesar de que el alumno está ahi sentado. Si dice ausente, TIENE que estar ausente. El puto papel no puede ser modificado por la realidad, asi que eliminan al ente que produce la distorsión.
Brazil no es solo una película, es como la vida misma.

Compartir via ...Share on facebook
Facebook
Share on twitter
Twitter
Share on email
Email

3 comentarios

    • Gorlok el 24 de junio de 2007 a las 19:29

    A todos tarde o temprano nos suceden este tipo de cosas… pero ¿cómo termina TU historia? La de Brazil ya la conocemos, pero ¿y la tuya?. ¿Le ganaste al sistema, el sistema te ganó a vos, o qué? ¿Cuál pensás que es la moraleja? 😯

    Buena entrada, ¡pero no nos dejes con la espina! 😉

    Saludos

    • Javier el 25 de junio de 2007 a las 6:56
      Autor

    Gorlok:
    La nena se quedó en la escuela y tuvo clases, pero en este tipo de luchas no hay vencedores.
    Ganar hubiera sido que esta gente, en un rapto de lucidez,pensara “como nos fuimos tan al carajo”.
    Pero eso, si no ya imposible, es una situación muy improbable. Requiere de mucho coraje y los burrócratas son cobardes. Apelan a la “obediencia debida” en el mejor de los casos.

    • Maga el 26 de junio de 2007 a las 21:51

    Yo también escribi algo al respecto.. claro, que lo mío no fue tan educado ni diplomático, más que nada me dediqué a insultar (mucho más no se puede hacer, no?).
    En respuesta a Gorlok: Sí, entre al colegio y pude ir a la clase que quería y que justo estaba empezando. Pero el “papelito” que decía que estuve ausente, no fue modificado, a pesar de mi notable presencia durante las 3 horas de clase que estuve (que fueron más que las que NO estuve..). Claro, que no esperaba mucho más de los “burrócratas” (como ha decidido llamarlos mi papuu) que tengo como educadores (en sentido figurativo, que hasta ahora de educarme ni se habla en esa escuela ¬¬).
    Me retiro a cenar. =)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.