El “chino” Calcoen

El “chino” Daniel Calcoen es uno de esos personajes que uno tiene guardados en un rincón de los recuerdos de la adolescencia.
Si bien no tuve la suerte de compartir aula con el en la ENET N° 1 de Mar del Plata, si fue compañero de clases de un amigo con el que hice toda la primaria y además también hicimos la misma especialidad, electrónica.
Era uno de esos estudiantes que se notaban. No solo por su capacidad, que estaba ya bastante mas por encima de lo que en la escuela nos enseñaban, sino por su calidad de “bonachón” y su infaltable sonrisa.
La que en los últimos días vi que sigue manteniendo, lo cual me alegra mucho.

Digo que me alegra porque hace un mes, mas o menos, dejó un mensaje en este blog y ayer me agregó como amigo en Facebook. Y me entero que está trabajando nuevamente en el CERN, la Organización Europea para la Investigación Nuclear, tras haber vuelto a la Argentina en el 2000 y quedarse hasta que Remes Lenicov y Duhalde se ocuparon de que su cabeza tuviera que pensar mas en su futuro y el de su familia que en el de su país.

Daniel forma parte de un grupo de exiliados políticos no reconocidos como tales. Los que sufrieron la política económica y la política del “vayan a lavar los platos” de Cavallo. La política de considerar a las personas que pueden aportar materia gris y experiencia al país como innecesarios.

Es una de esas personas que cualquier medio diría que es un orgullo para la ciudad. Que cualquier político presentaría de esa manera. Y hasta llegué a pensar en poner dicha expresión en este escrito.
Pero pensándolo bien, no creo que ni esta ciudad ni este país se merezcan sentir ese orgullo.
Porque ninguno de esos medios ni esos políticos realmente sentirían la alegría que estoy sintiendo tras comprobar que Daniel, a pesar de haber llegado a trabajar en uno de los mas importantes, (si no el mas importante) centros de investigación científica del planeta, sigue siendo el mismo buen tipo que era en la secundaria.
Porque sigue manteniendo, a pesar de los seguramente duros momentos que tuvo que atravesar, la humildad y esa sonrisa que siempre lo caracterizó.
Porque tiene una familia hermosa y porque, tal como le escribí, espero que haya tenido la suerte de encontrar “su lugar en el mundo”.

¿Que mas puedo decir? Esta es una de esas ocasiones en las que desearía poder contar con la capacidad de expresar sentimientos en palabras que tienen algunos escritores. Asi que lo mejor será dejarles a vuestra disposición unas imágenes del LHC que Daniel publicó en su perfil y que me ha autorizado a usar en este post.









Gracias “Chino”. Un abrazo enorme.

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1 comentario

    • josepzin el 2 de marzo de 2009 a las 5:59

    ¡Que bueno! Trabajar en el CERN y vivir en Suiza… quien pudiera :S

    Me conformo con vivir en Suiza 😀

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