Si no fuera porque soy un utópico irremediable, pensaría que el Arzobispo de Buenos Aires es otro hipócrita más del montón.
Sin embargo, para darle el beneficio de la duda y no considerarlo una rata de sotana como tantas otras, que basa su prédica en el “haz lo que yo digo pero no lo que yo hago”, vamos a hacer de cuenta que se fumó un canuto de la buena y enfrentó a los periodistas.
Probablemente ha quedado muy trastornado tras no lograr su ascenso a al cargo de Papa, lo que lo ha llevado a no poder distinguir muy bien los corporativismos.
Dice “Hay que redescubrir la política, restituirle el alma que la partidocracia le ha quitado. No digo los partidos, sino la partidocracia, el corporativismo que le quita diversidad y le hace perder la trascendencia a los otros, el servicio a la comunidad. No hay que dejar que nos domine la partidocracia”.
Y sigue con “reivindicar el pensamiento social y político”, cuestionó la idea del “pensamiento único” y recordó que Adolf Hitler “uniformó el pensamiento y creó un totalitarismo desde la pluralidad democrática”.
“A los totalitarismos no los crean las ideas sino los pueblos que están enfermos de ambición, de insuficiencia, cuando anulan la diversidad democrática y la discusión sobre los proyectos”
Y de paso también le quedó algo de tiempo y “formuló ayer un enfático llamado para acabar con la revisión del pasado reciente, actitud a la que definió como marcada por las mutuas intolerancias.”
Aunque se que no va a leerme, me gustaría recordarle, a pesar de que no le gusta revisar el pasado reciente, que la institución que representa es un claro exponente de un corporativismo que ya lleva mas de 2.000 años sobre esta tierra.
Que a pesar de tener todo el derecho del mundo a realizar estos comentarios, no estaría nada mal que lo acompañara de un listado de curas y obispos que acompañaban las sesiones de tortura en la ESMA o Campo de Mayo.
Tampoco estaría mal que dejaran de defender a Edgardo Storni, ex arzobispo de Santa Fe, abusador y violador de seminaristas y le quiten su prelatura, lo expulsen de la iglesia y lo excomulguen, ya que de condenarlo a prisión se tendrá que encargar la Justicia.
No estaría nada mal que fomente abiertamente la diversidad dentro de su propia iglesia y permita a las mujeres ejercer el sacerdocio, dejen que las cuestiones de alcoba se restrinjan a ese ámbito y no sigan metiéndose entre las sábanas de los demás.
Que acepte la homosexualidad como una decisión personal y no como un “desorden”.
Que entienda que tratar de que la gente no coja (algo que si viene incorporado en nuestros genes desde hace decenas de miles de años) asustándola con el castigo divino solo lleva a sus feligreses a vivir en permanente estado de culpa y no de gracia.
Pero lamentablemente, el efecto del porrito no le va a durar mucho.
Que le vamo’acer, asi es la vida.
2 comentarios
¿Acaso creés en los milagros? ¿Qué esperabas de un obistpo? ¿Todavía te crees el cuento de los “curas progres”? Bergoglio no se fumó nada, fue totalmente coherente.
No te equivoques, el problema no es Bergoglio, EL PROBLEMA SON LAS RELIGIONES, TODAS LAS RELIGIONES, que de verdad son “el opio de los pueblos” y en quienes en pleno siglo XXI todavía buscan explicaciones en la versión actualizada del pensamiento mítico (justamente las religiones).
Es sabido que el pensamiento mítico surgió espontáneamente para explicar lo inexplicable y que las religiones surgieron para “ordenar” ese pensamiento y ponerlo al servicio del poder. Todas las religones usan el dogma como forma de encorsetar el pensamiento y convencer a las personas para que acepten su destino, es decir, para que no sean personas, para que no sean sujetos, artífices de su propia vida.
Las cosas no van a cambiar cuando los curas se casen o cuando la Iglesia “otorgue el permiso” de ser homosexuales.
Si hubiéramos seguidos al dogma aún vivríamos en un mundo “pre Galileo” sin viajes espaciales, genoma humano o cura de enfermedades de graves, aún más sin energía eléctrica, telefonía, Internet, etc. etc. etc.
Si alguna vez logramos transformaciones sociales verdaderamente profundas, verdaderamente revolucionarias, seguramente uno de los signos de ese cambio será la inexistencia de curas, rabinos, pastores y otras especies similares (o que haya pocos y nadie les crea) y sobre todo que nadie esté esperando “permisos” del dogma para hacer lo que quiera entre las sábanas y fuera de ellas.
Todo lo escrito esta muy dicho, GRACIAS. Saludes