Educación

Asi como alguna vez escuché que la salud es algo demasiado importante como para dejarla en manos de los médicos, ahora pienso que la educación es algo demasiado importante como para dejarla en manos de los maestros y educadores.
Sin embargo, parece que es lo que hicimos en los últimos 20 años. Despreocuparnos y dejar que los “profesionales” de la educación se metieran con ella.
Asi, haciendo la analogía de la primera frase, nos estamos dando cuenta que el remedio para los problemas de los 80 años anteriores, produjeron en 20 la casi destrucción total del “organismo”.

Es realmente muy difícil hacer un análisis completo de la situación educativa desde un modesto post en un blog, pero quiero intentar repasar un poco los cambios sufridos en la estructura en los últimos 100 años.
Algunos pocos de los que lean esto han pasado por la vieja división entre 1° inferior y 1° superior. En mi caso, solo puedo hablar por los comentarios de mi padre que pasó por ellos.
Por la década del 60 se elimina esta denominación diferenciadora y la primaria termina teniendo de 1° a 7° grado.

A fines de los 80, en mi caso en el año 86, durante mi último año de secundaria, se elimina el sistema de calificación por notas para implementar el de los “objetivos” no alcanzados, alcanzados o superados.
Ya se empezaba, con estas medidas, a apreciar una incipiente mala costumbre, que se transformaría en una constante durante los 90, de privilegiar los detalles administrativos por sobre los pedagógicos.
El cambio de lenguaje también nos fue mostrando que la educación tomaba el camino de la diferenciación profesional, cuando empezó a ser mas importante definir curricula en vez de programa.
Cuando aprender empezó a ser lograr objetivos y no conocimiento.
Cuando el jardín de infantes, primaria y secundaria empezaron a ser nivel inicial, egb1, egb2, egb3 y polimodal
En definitiva, la Educación Argentina, durante los 90 y en adelante, siguió mas el camino de la dialéctica que el de la formación.
De mas está decir que los famosos CBC (contenidos básicos comunes) han ido nivelando hacia abajo. Las escuelas siguen poniendo techos que son muy difíciles de superar si el alumno no cuenta en su casa con la suficiente contención y apoyo de parte de padres que no se suben a la ola de la educación tabulada.

En mi época (que no era ni mejor ni peor, solo que era asi), durante la primaria, el que no aprendía repetía el grado. Todos hemos conocido casos y su posterior desarrollo. No solo que el repetidor, mayoritariamente, mejoraba su desempeño al ir un año atrás de su supuesta madurez cronométrica, sino que visto a la distancia, no implicaba mayor inconveniente que la anécdota de haber repetido de grado.
Hoy, es mas importante bajar la estadística de repitentes a cualquier precio. Exámenes finales, períodos de recuperación, exámenes recuperatorios, recuperatorios de los recuperatorios y así hasta el infinito con tal de promover sin importar lo que el alumno logró cargar en sus bolsas de conocimientos.

¿Acaso los genios profesionalizados de la educación pensaron que todo esto no iba a generar consecuencias?
Desde hace 3 o 4 años estamos acostumbrados a leer y/u oir en los noticieros, como dato anecdótico y a veces hasta gracioso, los bochazos en los exámenes de ingreso de las distintas facultades.
Si estuvieramos hablando de salud, a eso se le llama síntoma. Y los médicos, ante los síntomas, te encajan al menos un remedio.
Pero los educadores, algo lentos de reflejos, tardaron hasta hoy en encontrar un remedio que esperan que tenga buenos resultados. Volver a un sistema como el de hace 20 años. 6 años de primaria y 6 de secundaria.
Hasta el ministro de educación de la Pcia. de Bs. As. reconoce hoy que se enfocaron tanto en la inclusión que quedó relegada (y digo yo, olvidada) la calidad de la enseñanza y sus contenidos.

Parece que entendieron, aunque no estoy seguro si cabalmente, que la inclusión del alumno en el sistema educativo no se produce declarando por decreto la obligatoriedad de x cantidad de años de escuela o dándole 40 oportunidades de recuperar un exámen, sino brindando a la familia completa las posibilidades económicas y sociales para que pueda seguir mandando a sus hijos a la escuela.

Quienes hemos pasado todos nuestros años de niñez y adolescencia en establecimientos educativos estatales, agradecemos a Sarmiento y a la generación del 80 por haber pensado TAN EN GRANDE, dejándonos como legado la posibilidad de acceder a una universidad aunque nuestros padres fueran simples obreros no calificados.
Y vemos con verdadero terror como esta manga de improvisados manejan la educación de nuestros hijos como si fuera el tubo de ensayo de sus delirios modernistas.
Y no me refiero a casos como la matemática moderna, tildada de comunista en la década del 70, sino a los inventos que ponen en riesgo, no solo a un par de generaciones, sino al futuro de nuestro pais en su conjunto.

Finalizo con parte de la gran obra de José Ortega y Gasset, que escribió:

Con ello quiero indicar que yo no importo; que importan sólo las cosas de que vamos a hablar y sugiero que tengo una gran fe en mi prédica ―paladina o solapada, pero constante, ante los argentinos―, mi prédica que les grita: ¡Argentinos, a las cosas, a las cosas! Déjense de cuestiones previas personales, de suspicacias, de narcisismos. No presumen ustedes del brinco magnífico que dará este país el día que sus hombres se resuelvan de una vez, bravamente, a abrirse el pecho a las cosas, a ocuparse y preocuparse de ellas directamente y sin más, en vez de vivir a la defensiva, de tener trabadas y paralizadas sus potencias espirituales, que son egregias, su curiosidad, su perspicacia, su claridad mental secuestradas por los complejos de lo personal.

Que mas se puede pedir: Educadores, a las cosas!

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2 comentarios

    • Gragry el 20 de septiembre de 2005 a las 16:06

    Me dejé este post para leerlo con calma. Ya lo leí. Qué ensalada que hacés, Javier.
    ¿Acaso considerás que los que pergeñan las políticas educativas son educadores? Nada más alejado de la realidad, querido amigo.
    Educadores son los que están al pie del cañón cada día, los que saben qué son los alumnos, qué problemas traen, qué aprenden y qué no. Cierto es que la calidad de los educadores también cayó (y mucho) en estos años, porque antes de educadores fueron… precisamente… alumnos.
    Los cambios que mencionás no fueron de terminología, nada más.. Se supone que había un cambio metodológico que acompañaba, sólo que esta nueva metodología no fue bien aplicada/enseñada, se manejaron mal los tiempos de transición, no se invirtió en capacitación docente… Tantas cosas. Algunos de estos cambios hasta eran buenos, si las condiciones se daban.
    Pero no se dieron. Se priorizó el anuncio de la obra a la obra en sí. Como tantas veces.
    ¿Que los chicos llegan a la universidad sin saber leer y escribir correctamente? Es triste pero real. Y no los hacen repetir. Y no, no los hacen repetir. Tuve más de una agarrada con docentes por ese tema. Hasta escuché a una mamá decir: si mi hija no puede llegar a comprender los contenidos de 4º grado que repita, hasta que pueda alcanzar a comprenderlos y utilizarlos. Y no repitió.
    En uno y otro extremo de la educación hay grandes falencias. Pero también aciertos. A veces parece que la ecuación no cierra, es cierto.

    • Javier el 20 de septiembre de 2005 a las 17:01
      Autor

    Gragry:
    Todavía me cuesta acomodar la ecuación espacio / interés. Me pongo a escribir con una estructura en la cabeza que después resulta ocupar mas lineas de las que una persona normal está dispuesta a ponerse a leer.
    Creo que por ese motivo es que me salen unas lindas ensaladas de berro y mostaza.

    Por ahi se te escaparon las comillas, pero tengo muy en claro que las políticas educativas han quedado en manos de los “profesionales” de la educación. Y lo pude sufrir en carne propia durante el Congreso Pedagógico Nacional, donde los verdaderos maestros se agarraban la cabeza con algunos “educadores” que participaban.
    No se puede dejar de reconocer que los maestros tuvieron algo de culpa en dejar que esto ocurra. Aunque tampoco podemos cargarlos con toda la responsabilidad, ya que entre poder comer y pelear contra los idiotas, yo elegiría el morfi primero.
    Tendrán que empezar a ver entonces mejor a las estructuras gremiales, que con el morfi asegurado, no encontraron la forma de luchar ante los avances del estupidismo.

    En cuanto a los cambios, veo que solo te faltó poner “tenés razon” 😈
    Porque te entiendo lo da la metodología, su aplicación y su enseñanza,los cambios bajo ciertas condiciones, pero la realidad, la verdadera verdá de la milanesa, es que todo terminó en un cambio semántico.

    Y como agregado, algo que escuché el otro día y que no pude retener quien lo dijo. “No podemos volver al enciclopedismo”.
    Mientras mi mujer trataba de que no le pegara un escopetazo al televisor, recordaba lo bien que había ido a mi en la escuela leyendo enciclopedias, diccionarios de 20 tomos y atlas geográficos que la suerte de tener un padre afecto a los libros me pusieron al alcance de la mano.
    ¿Se podrá saber en que carajo están pensando estos nabos, cuando critican al enciclopedismo?
    Porque si les preocupa que los chicos solo aprendan de memoria, no lo van a lograr con esos términos.
    O finalmente, terminarán contando el chiste tan viejo que dice:
    Hijo: Papá, me aprendí la guia telefónica entera!!!!.
    Padre: ¿de memoria?
    Hijo: No boludo, razonándola

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