La violó el padrastro.
La violaron los médicos, que fueron a pedir permiso para hacer lo que la ley dice que se puede hacer.
La violó una “defensora de menores” que debería dejar su lugar a quien realmente quiera hacer su trabajo.
La violó la Corte Suprema, con una entrevista innecesaria.
La violó un colectivo religioso, arrogante y fascista, que estuvo a su alrededor, apuntandole con el dedo como si fuera la culpable de todo.
Finalmente, la naturaleza para nosotros y dios para ellos, se ocupó de volver a poner las cosas en su lugar.
Pero los violadores siguen sueltos. Ahora hace falta una justicia que se ocupe de poner en su lugar lo que la naturaleza no puede hacer por si misma.
Antes de la próxima violación.
Mar 04 2007
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