Yo sospecho, tu sospechas, el sospecha

Así titula Ernesto Tenembaum su nota en la edición 516 de la revista Veintitres. Y, resumiendo un poco, dice así:

Jorge Fontevecchia, el dueño de Editorial Perfil se vendió al gobierno. El tipo resistió lo que pudo. Pero, finalmente, el bolsillo pudo más que el corazón y tuvo que arreglar, luego de años de enfrentamiento sin cuartel. El texto que denuncia el pacto secreto es elocuente. “Ya acomodaron a Perfil. La prensa y los medios se dieron vuelta. El poder se compra y se vende. Hay olor a billete. Que vergüenza. Perfil se vendió igual como está sucediendo con otros medios…”. En realidad, el comienzo de esta nota es un delirio. Pero el texto es cierto: pertenece a un e-mail que recibió el propio Fontevecchia luego de publicar una nota en que criticaba a Alfredo De Angeli. El e-mail fue reproducido el domingo pasado en la contratapa del diario Perfil que habitualmente firma el empresario.
Distintos colegas, o personalidades públicas, han recibido en estos dos meses tan delirante infinidad de mensajes por el estilo, en un sentido o en otro. Opinar con matices pasó a ser un ejercicio que, inmediatamente, pasó a generar sospechas. Ignacio Copani se quejó en público por una cantidad enorme de mensajes agresivos que recibió luego de componer un tema donde custionaba a las “cacerolas de teflón”. Los e-mails insultantes contra periodistas que cuestionan tal o cual cosa del Gobierno son infinitos y, en general, se repite el argumento. Están comprados por la oligarquía, a traves de los grandes medios.
Es que cuando estalla la guerra, el lugar de las ideas pasa a ser el lugar de la sospecha. Muchas personas, que tienen partido tomado, opinan que cada palabra está comprada. No hay intelectuales, economistas o periodistas respetables que lleguen a conclusiones distintas mediante el libre ejercicio de su pensamiento. Todo el mundo está comprado, o es un mercenario, o decidió poner su pluma al servicio de tal o cual causa, no importa cuál sea mejor que la otra.

Me detengo aquí un instante para aclarar que las palabras marcadas en negrita no están resaltadas en el texto original. Y para comentar que Tenembaum no opina sobre la generación de estas sospechas.
Yo si. Los inventores de estas historias de compras y ventas de opiniones son precisamente gente que no las tiene.
Entes orgánicos que dependen del cerebro de su ídolo o lider para hilvanar un pensamiento son capaces de hacerte responsable hasta de la crucificción de Jesus en pos de defender el comportamiento de otro.
Fácilmente identificables, nunca jamás se les cae una idea propia. La razón para ellos es un diario y la inteligencia es algo que hace la SIDE, pero sin estar tampoco muy enterados de como.

Y Tenembaum sigue:

En estos dos meses fue el gobierno el que realizó una ofensiva muy impresionante para descalificar cualquier voz crítica, como si fuera interesada, comprada, desestabilizadora o mafiosa. Y luego lo siguieron los distintos personajes del campo, particularmente De Angeli, quien calificó de “mercenarios” a los periodistas que los critican.
En lo que al autor de estas lineas respecta, hay múltiples colegas que merecen un respeto por su trayectoria, por su entrega a la profesión y tienen, en estos días, posiciones divergentes. Horacio Verbitsky y Nelson Castro, por poner solo dos ejemplos entre decenas. ¿Quien puede ser el imbécil que sospeche de ellos, o de Magdalena Ruiz Guiñazú o de Eduardo Aliverti?

Retomo nuevamente para contestarle, aunque no me lea, a Ernesto. Los idiotas útiles, Ernesto, esos que jamás te van a presentar una evidencia contraria a la tuya, los que ante un recibo firmado y el acta del perito calígrafo constantando la firma, dicen que es una conspiración en su contra.

Uno de los desafíos que enfrentará la sociedad en los próximos meses, cuando termine la asi llamada crisis del campo, si alguna vez termina, es desactivar tanta sospecha, y volver a trabajar mas serenamente.
……………………
Lo peor que puede ocurrir , en este sentido, es la cristalización de las opiniones y la instalación de la sospecha permanente, la profusión de adjetivos, y la utilización del e-mail anónimo como instrumento de presión. Son los riesgos de una sociedad polarizada: las personas que quieren pensar -estén mas cerca de uno u otro de los polos- son sospechosas, despreciables, supuestos títeres de otros, que tienen objetivos inconfesables.

Finalmente, de nuevo yo: y esto no es todo. Lo peor es que justamente los títeres, los sospechosos, los despreciables son anónimos. No les da el cuero para mostrar su identidad porque nunca serían capaces de hacerse cargo de lo que dicen. SABEN QUE ES MENTIRA Y POR ESO SE OCULTAN. Si al menos tuvieran objetivos, aunque mas no fueran inconfesables, pero no los tienen y por eso necesitan de los objetivos ajenos para descargar sus irremediables carencias.

Anónimos sospecheros del mundo: VAYANSE A CAGARRRRRRRRRRRRRRRRRRRR asi nos dejan pensar tranquilos, sin el ruido de vuestra neurona golpeando contra el cráneo.

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3 comentarios

1 ping

  1. Nuevamente de acuerdo en todo. No hay escalas: uno o es malo o bueno y todo sirve para descalificar al contrario, aunque se carezcan de pruebas o se tenga razonamiento básico de un hamster. Siempre “el otro” es el equivocado.

    Pero bueno, dicen que “quieren” dividir al país, pero no sólo está dividido hace rato, sino que las tácticas que se usan son propias de las 2a. Guerra Mundial; ya no repetimos la historia de hace 10 años, sino la de hace más de medio siglo.

    Lindo camino nos resta por transitar…

    Saludos

  2. Lamentablemente es lamentable el pasado y el presente que nos toca vivir.
    No habría que dividir, ni tampoco “etiquetar”, periodismo, campesinos, políticos, etc. Ante todo somos personas, seres humanos que tenemos derechos y obligaciones, lo que se debería analizar son sus acciones independientemente a qué sector pertenece. No porque pertenezca a determinado sector hay que atacarlo, menospreciarlo ó faltarle el respeto.

    • mariano el 30 de mayo de 2008 a las 15:27

    que buen post, y mira que pocas veces lo que tenenbaum escribe está bueno.

  1. […] Cada loco con su blog y un análisis de una nota interesant de tenenmbaum… la sospecha permanente como forma de descalificación.. pero coincido con Javier y su final 😉 […]

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