No soy de festejar cumpleaños, pero en esta ocasión, aun sin festejar, el número, redondo, significativo, amerita unas palabras.
El primer pensamiento es : Llegué. Hoy en día, haber llegado tiene sabor a triunfo. Podría haber nacido en Burkina Faso y terminado con los huesos a la vista y víctima de una tuberculosis. O empezar en USA y terminar en 17 partes irreconocibles en Irak.
Pero no, me tocó Mar del Plata, Argentina y llegar a los 40, a pesar de que las políticas de este pais tampoco se caracterizan por hacer mucho por proteger al ciudadano.
En algunas épocas, los 40 eran “el codo”, bajo la jerga burrera. El inicio de la decadencia, escuché decir a otros, mas preocupados por la horizontalidad del “amigo” que por la verticalidad del resto del cuerpo.
Sin embargo, yo me apunto al concepto de experiencia. Algunos dicen que “la experiencia es el peine que te da la vida cuando te quedaste pelado”, pero prefiero el concepto del Martín Fierro que apunta “el diablo sabe por diablo, pero mas sabe por viejo”.
Es mas interesante la vida cuando uno se acostumbró a rumiar las cosas el tiempo suficiente, mientras por la cabeza van pasando las grandes metidas de pata que uno ha cometido en las épocas en que la juventud te apuraba sin sentido alguno.
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