Este post tiene como disparador a esta nota del diario La Capital de Mar del Plata.
El título es “Piden que los inspectores municipales de obras no ejerzan como particulares” y surge de las declaraciones del Presidente del Concejo Deliberante de Mar del Plata, el Arquitecto Marcelo Artime.
Quien, en un rapto de sincericidio que no le es habitual, dice:
quienes se desempeñan como inspectores y deben controlar los planos y la ejecución de las obras privadas en toda la ciudad suelen también ser arquitectos que comúnmente realizan dos tareas de manera simultánea: trabajan para la Municipalidad y atienden sus estudios particulares.
Vaya, por fin. Tras largos años en la función pública ha podido detectar uno de los nichos del modelo corrupto en las administraciones públicas.
Justamente en su rama, la de la arquitectura, es donde se están produciendo las noticias. Tanto aquí en Mar del Plata, con las caídas de elementos sobre nuestras cabezas como los derrumbes que se producen en Bs. As.
Pero, según mi humilde opinión, estas son apenas un par de consecuencias de un modelo corrupto de la administración de la cosa pública que nadie está dispuesto a cambiar. Sea gobierno u oposición, hay algo de lo que no se habla y es, justamente, de ese modelo.
Este modelo tiene dos ramas fundamentales: la generación de reglamentaciones que parecen haber sido escritas para requerir de las correspondientes excepciones y la creación de empleo público como elemento de pago a las voluntades militantes.
En la primera rama se puede ver, al menos en Mar del Plata, que es donde vivo y lo veo, como se comienzan a poblar las reparticiones públicas, ya sea en la parte del ejecutivo como en el deliberativo, de oficinas virtuales a donde hay que ir a parar si algún empresario o comerciante tiene alguna dificultad para hacer lo que desea porque hay una ordenanza que se lo impide.
El camino de la excepción comienza en un tramitador de excepciones.
Este tramitador puede llegar muy alto, como en el caso de la habilitación precaria de un burdel, que consigue hasta la firma del propio intendente municipal, o convertirse en la moneda de cambio para una votación en Concejo Deliberante, tal como ocurrió con la habilitación de una concesionaria de autos para obtener votos para la aprobación de una linea de crédito para “embellecimiento costero”, que para peor, nunca fue efectivizado.
En la otra rama se inscribe la permanente incorporación de personal a la planta municipal sin justificativo y sin resultado exitoso.
Volviendo a las declaraciones de Artime, veamos otro sincericidio:
Es muy claro que un plano no puede ser realizado, aprobado y controlado por uno mismo o por un compañero de trabajo. Esto es algo que se resuelve con algo que propusimos desde Acción Marplatense durante nuestra campaña política como es bloquear los títulos de los inspectores. Es decir que hay que impedirles que ejerzan la profesión, compensando esto económicamente
Esta es una muestra mas que evidente de la anunciocracia que nos gobierna. Años como concejal, casi tres años como partido de gobierno, y nos toma por pelotudos diciendo que tenían la solución desde siempre. Lamentablemente el periodista que hizo la nota (o mas probablemente, que le dió forma a una gacetilla) no preguntó cuales fueron los motivos por los que durante todo este tiempo no se implementó dicha solución.
Y una de las explicaciones es que de haber tomado esas medidas, se hubiera roto, aunque sea en parte, la rama corrupta que consiste en entregar puestos que permitan abrir otros kioskos, como el de la mirada difusa en las inspecciones.
Aunque también existe, dentro de esa misma rama, la de ingresar a la planta de personal municipal sin un solo diploma que acredite la idoneidad para ocuparlo.
Creo que la Municipalidad de Gral. Pueyrredón, en promedio, podría desprenderse del 40% de su personal sin que se viera afectada la atención al contribuyente ni el funcionamiento administrativo. Y si a eso le sumáramos que otro 40% ameritaría ser reconfirmado o reemplazado por medio de un concurso, se podría empezar a hablar de eficacia.
Solo faltaría que se empiecen a utilizar métricas de rendimiento, como para poder separar la paja del trigo. O saber exactamente quienes son los inútiles y quienes son los que hacen su trabajo con responsabilidad.
Con esto, para dar un ejemplo, no tendríamos un Departamento de Inspección de Tránsito cuyos empleados, en promedio, no llegan a hacer dos infracciones por día en una ciudad donde el tránsito vehicular ya empieza a quedarse chico con la definición de “caótico”.
Con otras palabras del mismo Artime puedo reafirmar este concepto:
la decisión de bloquear los títulos profesionales obligará a pagarles a los inspectores una dedicación exclusiva, lo que representará “un esfuerzo económico importante” para el municipio. Pero en su opinión, se trata de un gasto “necesario y justificado”
Claro que hay que hacer un gasto necesario y justificado. Porque si entregamos puestos de trabajo a cambio de militancia, sin capacidades que ameriten la ocupación del mismo, estamos rebajando su valor y finalmente, quienes lo ocupan, no logran cubrir sus necesidades. Por lo que el trabajo estatal se convierte en una changa que puede ser obviado, evitado y hasta aprovechado solo para conseguir una verdadera fuente de ingresos.
Usando el puesto de trabajo como recompensa, se bastardea la función y se anula su eficiencia, generando que finalmente se tengan dos o tres personas haciendo el trabajo que una sola, con los conocimientos suficientes, haría sin ningún problema.
Así que como remarcaba antes, de esto no se habla.
No se aprecia, ni desde el oficialismo ni desde la oposición, que se quiera meter la nariz en estos asuntos. Vean Uds. mismos, el año que viene, quienes presentan en sus programas alguna propuesta de convertir en eficiente los servicios municipales aunque esto tenga como efecto tener que reducir la planta de personal y poner a los que queden a trabajar seriamente.
Como dijo el concejal José Cano hace pocos días, “esta ciudad necesita de un intendente que represente a la ciudad y que asuma con la convicción de que va a serlo por solo 4 años, sin estar todo el tiempo que dure su administración pensando en su reelección”
Me parece que muchas ciudades deberían empezar a pensar seriamente en lo mismo.
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