La RAE nos dice que la convicción es una “idea religiosa, ética o política a la que se está fuertemente adherido”, pero también que es convencimiento. Y esta palabra, que está relacionada con “convencer”, nos plantea que es posible “mover con razones a alguien a hacer algo o a mudar de dictamen o de comportamiento” al mismo tiempo que indica que es “probar algo de manera que racionalmente no se pueda negar”.
Por esto, podríamos inferir que las convicciones pueden ser muy fuertes, pero que dicha fortaleza está basada en la racionalidad de las pruebas.
Un ejemplo muy claro sería la evolución, a la que todavía se la sigue llamando “teoría”, a pesar de que las pruebas de la misma son innegables. Bueno, innegables por gente racional, para los fanáticos religiosos las únicas pruebas irrefutables son sus libros escritos por ellos mismos y los cuentos transmitidos de generación en generación.
Pero para cualquier ser humano con razonamiento propio, la evolución ha sido probada y uno ESTÁ CONVENCIDO de que es así. Ni siquiera porque le creamos a cualquier tipo de guardapolvos blanco que se diga científico, sino porque ese tipo puso ante nosotros las evidencias que nos permitieron convencernos.
Así es como estamos convencidos de muchas cosas. Algunos de mas, algunos de menos. Y algunos también de cosas que … bueno … de cosas que a veces si le creemos al científico, porque nuestro propio entendimiento no lograría llegar siquiera a interpretar como razonables por falta de conocimientos básicos. Por ejemplo, uno es probable que no tenga muy en claro que es el Bosón de Higgs ni por que motivo explica la existencia de masa en las partículas elementales.
Sin embargo, tras ver que pasaron 50 años desde que Higgs postuló su existencia y que, gracias al aporte de quichicientos miles de millones de euros, miles de científicos salieron a detectarlo y lo lograron, uno no puede menos que confiar que todo eso no es una gran confabulación para hacernos creer que existe. Sobre todo, porque nadie nos está pidiendo que demos la vida por el Bosón de Higgs poniéndonos un chaleco lleno de dinamita y explotando al grito de “Higgs es grande”, ni nos piden el 10% de nuestros ingresos para la “Iglesia de los Bosones de los Higgs de los últimos días”
Con los políticos la situación es mas o menos similar.
Uno no puede saber absolutamente sobre todo lo que tratan en las cámaras o en el ejecutivo, pero uno tiene ciertas áreas en las cuales ha hecho suficiente experiencia con el paso de los años.
Una de esas áreas, la primera, es sobre la pertinaz costumbre demostrada por el ejecutivo de poder inspeccionar, monitorear, interceptar y llegado el caso, manipular, las comunicaciones de los ciudadanos. A tal punto fue burda y chabacana la maniobra, que ameritó que la Corte Suprema de Justicia declarara inconstitucional el decreto 1563/2004.
A pesar de esto, la falta de información respecto de estas cuestiones te pueden llegar a jugar malas pasadas. Pregúntenle, sino, a Julian Assange, que fue utilizado por el mismo grupo que propició estas interceptaciones para hacerlo participar en un “3º Encuentro de Comunicación Audiovisual” junto a los que en Argentina pretenden hacer lo mismo que a el le valió la persecución y exilio.
Por el otro lado, tenemos el caso de Richard Stallman, al que quisieron utilizar los propulsores del plan “Conectar Igualdad” para que lo aprobara y terminó siendo repudiado por haberlo llamado “Conectar a Maldad” en sus propias caras, porque mientras el propone computadoras libres de software privativo (Windows o Ios), el plan argentino lo incorpora.
¿Cual fue la diferencia entre Assange y Stallman?
A Stallman alguien le explicó las cosas de manera tal que formó en el una convicción de que lo estaban utilizando y tratando de tomarlo por pelotudo.
¿Para que tienen tantos puestos disponibles para nombrar los diputados y senadores? Pues justamente para eso, para que tengan a disposición, cuando lo necesiten, el asesoramiento profesional y técnico necesario para que entiendan que van a tener que votar y los convenzan de la necesidad de aprobar o rechazar proyectos.
Si sos diputado y toda tu vida fuiste tornero, vas a necesitar alguien que te explique los detalles de lo que implica cada artículo de una reforma del código penal, el procesal, de un presupuesto nacional o de como funciona la internet y las redes sociales.
Y esto fue lo que sucedió en el caso de la denominada “Ley Larroque”. Una ley que, escrita por un diputado de los que no presentan un solo proyecto que no sea de interés del ejecutivo, que no escatima esfuerzos en mostrarse hostil y patotero, que con un título gancho de “anti-trata”, mete un caballo de troya que trae adentro control y censura de sitios web sin intervención judicial.
Y los diputados del FIT se lo comieron. Les fallaron los asesores, les falló la lectura, les falló el entendimiento.
Hasta les falló ese mecanismo biológico que tienen las presas, que al ver un depredador, no se quedan esperando a ver si ataca sino que empiezan a tomar distancia, por las dudas.
Les falló hasta la íntima convicción de que en los derechos no hay absolutos pero si hay prioridades. Y que la libertad de expresión tienen un rango muy superior de prioridad con respecto a muchísimos otros derechos.
Esto es básico. De no ser así, la Corte Suprema Argentina no hubiera citado a la Corte Suprema Alemana que dijo, en el caso Lüth:
“A partir de la importancia fundamental que tiene la libertad de expresión para el Estado democrático liberal, surge que no sería consecuente, desde el punto de vista de este sistema constitucional, dejar en manos de la ley común toda relativización de este derecho fundamental …
Ni tampoco habría citado a la Convención Americana sobre Derechos Humanos que dice:
“El ejercicio del derecho previsto en el inciso precedente [derecho a la libertad de pensamiento y de expresión] no puede estar sujeto a previa censura sino a responsabilidades ulteriores, las que deben estar expresamente fijadas por la ley …”
Y por si faltaba algo para que quedara en claro, la Corte indica:
… esta Corte ha requerido que toda restricción, sanción o limitación a la libertad de expresión debe ser de interpretación restrictiva … y que toda censura previa que sobre ella se ejerza padece una fuerte presunción de inconstitucionalidad …
Como ven, en este caso se dieron dos situaciones concordantes: mal asesoramiento y falla en la convicción. También se le puede sumar la falta de atención a las señales de alerta emitidas por actores secundarios o satélites. Que traducido a lenguaje proselitista del FIT, podría expresarse como “Nosotros, los ciudadanos sin cargos”
Ahora no se que de todo esto es lo peor.
Que se hayan equivocado y que hayan tratado (y siguen tratando) de ocultar el error y disfrazarlo tras el reconocimiento de una “sobrecarga de temas a tratar”.
Que hayan caído como chorlitos en una emboscada legislativa preparada por gente reconocidamente experta en emboscadas legislativas.
Que no hayan tenido la convicción del respeto por la libertad de expresión como uno de los derechos mas básicos y fundamentales y cuya restricción, por las dudas, debe ser primariamente considerada inconstitucional hasta que se pueda confirmar, por la vía judicial, que se la utilizó para fines ilegales.
Considerando las repercusiones y actitudes personales de los involucrados, que apelaron a las mismas prácticas que la militancia kirchnerista para descalificar a los que les hacían notar el error y les pedían explicaciones, cambiando el “gorila” por “macartista” y usando a Clarín como instigador, yo diría que el problema mas grave es el último.
Les faltó convicción en lo que a libertad de expresión se refiere.
Y eso yo puedo entender que sea un comportamiento de los peronistas, porque, como en la fábula del escorpión y la rana, es parte de su adn fascista. Pero no se lo puedo aceptar a quienes se titulan de izquierda y pueblo.
Lamento mucho haber tirado mi voto del 2013 a la cloaca del “masdelomismismo”.
No volverá a ocurrir. Con el FIT, al menos.
Nota: El título de este post es un homenaje póstumo a Pepe Eliaschev, que de esta mismo manera tituló su última nota escrita para Perfil.
Comentarios recientes